Te odio. Te odio, te odio, te odio, te odio, te odio, te odio, te odio.

Lo más "chistoso" de todo es que no te odio ni tantito. Pero no puedo evitar sentir este coraje y vacío, decepción, tristeza y vergüenza. Todo junto. Todo por ti. Todo hacia ti. Me molesta tu actitud, me molesta tus ganas de hacerte el fuerte, me molesta tu poco interés y tu fanfarronéz.

No sé si odio eso, ó si lo que odio es mi confusión, mi no saber qué hacer, qué decir, como actuar. No saber si te tengo que olvidar ó si tengo que aguantar un poquito más, total, ya he esperado tanto, ¿Qué puede ser tantito más? Esperar por una señal, algo que me demuestre que me quieres, que hay tantito de interés. Pero no, esa pelea interna entre darme mi lugar y conservar lo que me queda de dignidad ante ti, ó darte todo mi amor aunque no te lo merezcas a ver si así te logro convencer.

Te odio, te odio, te odio, y no te odio nada.

Odio tu indiferencia y ¿sabes qué? ¡Quédate con ella!

Seguramente tu indiferencia te llenará de besitos igual que yo.