Crecí con arena en los pies

by - abril 10, 2017





El azul turquesa siempre me recuerda a mi hogar.

Nací en un lugar donde de día se confunden cielo y mar, pero entre atardecer y fuego no existe diferencia.

Mi cabello siempre tuvo sal y desde pequeña aprendí que las conchas se veían mejor en la playa que en mi habitación. 

 Crecí con arena en los pies, sol en mis hombros y mi corazón en el mar.

Para mí el océano va pegado al desierto y fui entendiendo la vida rodeada de cactáceas y algas.

Pertenezco a un lugar donde el mar limpia todos los problemas, donde una tarde bajo la sombra de una palmera, puede sanar el alma.

Hace muchos años entendí lo pequeña que era mientras flotaba en el mar, escuchando la nada. Ahora me gusta hacerlo de vez en cuando para recordarme lo inmenso del universo, mientras siento el sol sobre mi rostro.

Mi piel es morena y mi acento costeño. 

El mar me ha visto reír y llorar.
Y el mar se ha llevado entre flores y olas a quien más quería.

Vivo en un lugar donde cada atardecer supera las pinceladas de los mejores artistas de la historia, donde el sonido de las olas ha sido mi despertador más de una ocasión.

Mi primer beso fue bajo las estrellas, con los pies descalzos, sintiendo la brisa marina en mi cabello y la respiración del aquel entonces, amor de mi vida. 

Soy de un paraíso terrenal que se lleva en la piel, en el alma, en la sangre. Un lugar que quien lo pisa, siempre piensa en volver.


Dicen que el mar lo regresa todo, sobretodo los recuerdos... pero yo creo que los recuerdos nacen en el mar.

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