Lo que me gusta de ti.

by - junio 01, 2016

El día que me preguntaste qué me gustaba de ti, lo pensé. No estaba segura de tener las palabras correctas para poder hacerte entender qué es lo que más me gusta de ti. 

Me llegó a parecer absurdo que no te consideraras una persona fácil de amar. Lo cabrón nadie te lo quita, claro. Lo pretencioso y esa maldita insistencia en no sentir. Pero eres más, eres mucho más que esas ganas de ser siempre el mejor, el más fuerte... 


Voy a empezar diciéndote que me gustan tus ojos. Esos ojos tan raros y expresivos que me hacen sentir todo en un segundo. Esos ojos que clavan la mirada sobre la persona que tiene enfrente. Las personas ya no hacen eso, ¿sabes? ya nadie mira a los ojos cuando escucha a alguien, siempre están en otra cosa, tú no. Tú clavas la mirada. Y eso, eso me gusta.

Tu risa. Esa risa genuina que tienes cuando algo te parece divertido y que no puedes controlar. Es contagiosa, hace vibrar. Agrégala también.

Me gustan tus pensamientos a las tres de la mañana. Esos que van desde el vacío de tu estómago por no haber cenado antes, hasta lo importancia de vivir, o esos datos curiosos como que el roce sobre la piel, provoca que aumente la circulación de la sangre... 

Disfruto tu presencia. Me gusta que verte mejora automáticamente mi día. Lo complementa. Que si estoy triste, aunque tu seas parte de la razón, verte ya me hace sonreír.

En secreto, te voy a confesar que me gusta que muevas tu pierna en las mañanas, que aunque me vuelva loca, es una manera de recordar que estás ahí. Y que por más que odie madrugar, me gusta que las noches duren poco. 

Es alucinante escucharte hablar de tu pasado, de aquello que has vivido y te ha hecho más fuerte. De lo que sentiste en esos momentos, del miedo que te ocasionaba la incertidumbre y de lo guerrero que fuiste esos años. Eso, eso me gusta también.

Siempre mueves la boca al pensar, la vas cambiando dependiendo lo que sientes. Sólo no me encanta cuando estás enojado o decepcionado, pero aún así me gusta saber diferenciarla.

Me gusta la mirada que compartes conmigo cuando tenemos secretos que nadie más conoce y las risas que eso implica. Es como si tuviéramos nuestro lenguaje, en el que no hablamos de nada importante, pero nos convierte en grandes cómplices y eso ya es divertido. 

No llevamos ni 200 días de conocernos y se sienten como años. Me gusta haberme acostumbrado a ti, me gusta que estés acostumbrado a mí. A pesar de todo, me gusta que duelas como indispensable. 

Disfruto de ver cómo entregas todo tu amor a tus perros, como si no pudieras controlarlo y sólo lo das. Los llenas de besos, de abrazos. Tan humano, tan lleno de sentimientos. Tan tú. Ese lado tuyo que nadie reconoce, "posiblemente sólo yo", aunque estoy segura que tus perros conocen el mismo lado, ese que me gusta tanto de ti. Y es por eso que te aman tanto sin decirlo. 

Me gusta que seas tan distinto a mí. Que me hagas voltear los ojos cada 5 minutos, que me den ganas de darte una cachetada y detenerme porque no podría hacerte daño. Me gusta que aunque no entiendas mi locura ni mis ideas, estés ahí. Intentando. Volviéndote loco a ratos. 

Detenerte en la calle a señalar la planta que está luchando por existir o marcarme para asegurarme que vimos la luna en la carretera. Eso, eso me gusta.

Esos momentos en los que no entiendo nada y decides explicarme, o cuando me hablas seriamente sobre la importancia de que comience a ver el mundo con ojos más realistas... Ahí, ahí también me gustas.

Cuando tienes que llamarme, escribirme o gritar para que vea algo que está pasando y es gracioso, o interesante, o simplemente te recordó a mí. También por eso me gustas.

Me gusta cuando dices que querernos te deja sin energías. Que no sabes qué hacer con tanto amor. Si supieras que a tu manera nos estás regalando más, te sorprenderías.

A tu lado me siento segura. No importa dónde, no importa cuándo. Y me gusta. Me gusta bastante. 

No sé si logres entender la importancia de cada uno de estos puntos y lo bien que me hacen sentir. Que uno no está con nadie a la fuerza, que tu presencia facilita vivir, que eres importante, que aunque no te das cuenta, me llenas de amor todos los días... Y eso es lo que me hace querer quedarme cada día.







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