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by - enero 04, 2012


A veces no encuentro la salida a mis problemas ó estoy muy enojada, o triste. Lo único que se me ocurre hacer es tomar mi teléfono, y comenzar a marcar. Tecleo esos números que a pesar de ser utilizados en ocasiones importantes, aún no me aprendo de memoria. Suena el primer tono. Comienzo a moverme impacientemente. Suena el segundo tono. Siento un vacío en el estómago. Suena el tercer tono. Mis nervios se ven interrumpidos abruptamente. Una voz masculina. Su voz. Los problemas, mis enojos o la tristeza desaparecen. Hablamos. Hablamos de todo y de nada. De dos o de tres. De ayer y de hoy. Ya no hay rastro de mis preocupaciones. El propósito de la llamada se ha logrado. Nos despedimos. Colgamos. Y entonces, ya no quedan más problemas, ó al menos parecen ser menores de lo que fueron antes...

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