Y nos llamamos.

by - abril 12, 2012

Aún recuerdo esa llamada.
Yo estaba sentada en las escaleras, esas escaleras metálicas ya un poco oxidadas por tantas lluvias que las han mojado, lo que no sé es si alguien antes se había sentado ahí de madrugada, contemplando la luna, las estrellas, las luces de los departamentos de a lado y la azotea olvidada de los vecinos, mientras sostenía el teléfono en sus manos.
Recuerdo muy bien esa noche, tu voz, la mía, el modo en que intentábamos disculparnos por todos los errores cometidos, recuerdo perfectamente como mi silencio esperaba escuchar una señal de que no era mentira, de que aún me querías. Tus silencios aguardaban por mi voz, querías escaparte de ti, querías envolverte de mi.
Nuestras risas jugaban a entendernos, intentaban no perder esa conexión que algún día tuvimos, que yo ya no sabía si alguna vez había sido real, que tú ya no sabías si la habías creado demasiado real.
La gente normal dormía, o quizás bailaba, hacía el amor, lloraba sobre su almohada, ó luchaba contra el insomnio, nosotros hablábamos, era una madrugada nuestra, como otras tantas que ya teníamos, que por más que pasara el tiempo y fingiéramos olvidarnos, quedarían intactas, madrugadas tuyas, mías, de nosotros.
Al escuchar tu voz a través del teléfono podía sentir tus caricias, esas caricias falsas que alguna vez se sintieron tan verdaderas, que me hacían sentir viva. Pero esas noches las guardo en mi memoria, el único lugar donde puedo tenerlas siempre.
Pero volviendo a la llamada, esa que tuvo tan larga duración, que nos hizo compartir tantos secretos, no sé que tienen las noches que te hacen decir verdades, y así fuimos víctimas de ella.
Hablabas, me contabas tus sueños, tus miedos, todo era más fácil ahora. Yo te contaba los míos, nos hacíamos cómplices a pesar del pasado, a pesar de las mentiras, a pesar de las coartadas.
Llego el momento de colgar, nos dimos las buenas noches, y sonreímos. Escuché tu sonrisa, escuchaste la mía. Sabíamos que no volvería a existir un momento igual. Lo saboreamos y lo terminamos.
Y hoy me acuerdo de esa llamada, de esa noche, de esas estrellas y de ese viento que se hacía parte de un recuerdo. Ese recuerdo que guardaré en mi memoria, igual que aquellas noches nuestras.


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