Escribir me hace sentir libre, que tengo el poder de por una vez en mi vida, decidir el futuro. Y es que yo decido que sigue adelante, que palabra va después, y si no me gusta, la quito. Así de sencillo.

Me da esa amplia gama de opciones sobre qué escribir, puedo hacerlo de lo que me plazca. Puedo hacerlo del amor, ó de la sal. Del dolor ó de una memoria de aquella tarde hace unos años.

Lo bonito de escribir es hacerlo de corazón. Dejar los dedos y la mente fluir. Que se hagan uno mismo y a la vez se alejen tanto como puedan. Escribir es cuestión de decisión, de querer sacar aquello que ya no puede estar dentro de uno.

Escribir va más allá de una mente, es lograr que quien lo lea frunza el ceño, llore, sonría ó incluso bostece.  ¡Vaya que no es cosa fácil! Transmitir un sentimiento a otro, no es tarea de kinder.  La unión de dos mentes, dos corazones, dos pensamientos y cuatro pupilas. Todo eso unido por las palabras. Por escribir.