Así nada más.
Y de pronto sin más, me aparecen las ganas. Esas ganas de saber quién soy, de saber qué hacer y qué decir. De salir al mundo real y de mostrar mi verdadero yo.
Hacer lo que me gusta y nada más. Dejar de fingir sonrisas o disgustos. De reír hasta llorar, y llorar hasta reír. De cantar hasta convencer a otro de unírseme también.
Esas ganas de borrar el pasado doloroso y pintar con las manos un futuro incierto. De pasar las noches bebiendo café con leche sin preocuparme por las cucharadas de azucar que quiera en el.
Ganas de salir a altas horas de la noche y tomar la primera ruta al primer lugar que se me ocurra. No tener miedo, no tener peros.
De tomar el sol desnuda y sentirme viva por el calor que sienta recorrer cada centímetro de piel. Ganas de decir "no" cuando así lo quiera, y de rogarle a alguien que se quede sin detenerme a pensar en mi orgullo. De escribir con mil gerundios e inventar muchos acentos. Ganas de saberme libre. Simplemente ganas.
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