María Estrella se sienta en las escaleras a comer un chayote cocido, lo muerde y pela con una facilidad que sorprendería a cualquiera, menos a su madre, quien se encarga de enseñarnos y hacernos ver "lo bien que se nos ve" el chal y la blusita que acaba de tejer. María Estrella me enseña su mejor sonrisa, y nos invita a conocer su cocina, dónde su madre no muchos años mayor que ella, nos prepara unas tortillas en su comal y nos las invita con "quesito" y salsa. El calor de las brasas, y las ganas de vivir que se respiran en ese hogar de Zinacatán, nos hace sentir en casa.
María Estrella sabe andar descalza, posar y sobretodo, sabe sonreír.
0 comentarios