Regreso.

by - diciembre 17, 2013

Cierro la maleta y no vuelvo la vista atrás. 

Las luces de la ciudad es lo único que logra iluminar mi rostro y el de mi chofer, un taxista de mediana edad que seguramente estaba acostumbrado a observar la mirada perdida de tantos pasajeros. 
Me pierdo entre la oscuridad y el barrido de las luces causado por la velocidad. A esas horas de la madrugada el mundo parece detenerse por instantes, pero no lo hace. Pienso en todos los recuerdos que hice en esta ciudad y que ahora forman parte de mí. Había vivido aquí por más de cinco años y aún no podía sentirlo como mi hogar, probablemente nunca lo haría. 
Crucé miradas por un segundo con el taxista y logré captar un poco de nostalgia en su mirada, no estaba segura si era por la hora que a todos nos pone sentimental el corazón, o si en realidad algo lo tenía con la mirada cristalina a todas horas. Preferí dejarle la duda al espejo retrovisor, y volví la mirada a mi pasaporte que llevaba entre mis manos como si fuera un tesoro inigualable. Posiblemente para algunos lo era, ciertas personas presumen de él como un pase a la libertad, otros a la aventura, y yo, yo lo considero mi regreso a casa. Y es que aún no sé definirlo de otra manera, pues no estoy segura de los sentimientos que voy a encontrar ahí, los rostros que aún voy a reconocer, y la manera en que mi corazón saltará al sentir cercanos ciertos lugares ya cambiados por el tiempo y por el hombre.  Siempre he creído que cuando me voy de casa el lugar queda en pausa y no es hasta que llego de regreso que el mundo sigue su curso. Pero después de cinco años supongo que no es así. La gente habrá cambiado y los perros habrán envejecido, los lugares de moda serán otros y mi habitación seguro será anticuada. 
De pronto todo parece más iluminado, levanto el rostro para encontrarme con el aeropuerto frente de mí, busco en el espejo la mirada nostálgica del taxista quien al parecer estaba esperando por la mía, y recibo una aprobación sincera, como asegurándome que estaba haciendo lo correcto. 
Tomo el pasaporte con fuerza, bajo la maleta y me dispongo a volver a casa, sin volver la vista atrás.

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