Parte1.

Las gotas caían como cascada sobre sus hombros, el vapor del agua caliente se levantaba y sus pensamientos estaban a muchos kilómetros de distancia de aquellos azulejos mojados, y la espuma en su cabello. La imaginó de nuevo sentada en esa mesa de aquel café donde todo sabía delicioso excepto eso, el café. A ella le gustaba estar ahí y pasar horas escribiendo e imaginando escenarios en su cabeza mientras mezclaba con una cuchara la espuma de su bebida.

 - Sólo tomo café cuando escribo- dijo mientras daba un pequeño sorbo a esa taza blanca.

¿Porqué si únicamente lo bebe cuando escribe tiene que hacerlo en ese lugar donde no era nada bueno?

- Me gusta este lugar, la música, el ambiente, y los sillones. En realidad me gusta cualquier café, son mis lugares favoritos, siempre habrá una historia que contar. 

No tengo idea si había notado el bigote de espuma en su boca mientras hablaba, pero a mi me parecía fascinante, parece que puede hablar por horas sobre el mismo tema que le apasiona. Comienza a describirme sus establecimientos de café favoritos, no se detiene en los detalles.

- Esa luz cálida que resalta el azul de las paredes, el señor de más de ochenta que se sienta a dibujar en la mesa de siempre, deberías ir, te encantaría. 

Me encanta ella, aún no sé si lo sabe. No he movido mis ojos de lugar, podría contemplarla por siempre, ella hace que todo luzca fantástico.

- Aquí vengo de vez en cuando, si nos volvemos a encontrar no dudes en sentarte de nuevo a mi lado, tengo muchas historias que contar-

Cerró la llave de golpe, las últimas gotas de agua caliente salieron por la regadera y en seis minutos estaba cambiado y listo para salir. Camino al café compró una flor pequeña y amarilla. Ella no parecía ser como todas las mujeres que se conquistaba con una rosa roja, aunque seguro la hubiera hecho la flor más hermosa del mundo con sus palabras...