Ni sé.
Corrió
hacia el espejo y se detuvo frente a su reflejo. Tenía el cabello
prácticamente largo considerando que había pasado un año desde que lo
cortó arriba de los hombros, sus ojos eran grandes y oscuros, y su piel
morena iba a tono con el castaño oscuro y despeinado de su cabello.
Ana solía pasar mucho tiempo frente al espejo, casi siempre preguntándose qué es lo que ellos veían en ella. Siempre había creído que no era fea, sin embargo, no creía que tuviera algo tan especial como para enamorar de verdad a alguien y que se aferraran tanto a ella. Sin encontrar respuesta, regresó al desorden de su habitación. Cualquiera que entrara a ese lugar sabría que su mundo estaba completamente de cabeza, por eso trataba de mantener siempre alejadas a las personas de su casa.
Terminó de ponerse labial, dio un gran beso a Bruno, el perro que había adoptado meses atrás y corrió hacia la parada del autobús. Siempre escuchaba las mismas canciones de camino a la universidad, le parecía que ya eran parte de su rutina y ayudaban a empezar mejor su día.
Al llegar a la escuela se detuvo por la cafetería para comprar un jugo de naranja para no estar con el estómago vacío, de pronto se arrepintió de haber tomado esa decisión porque ahí estaba él. Jorge, su ex novio con el que había durado ocho meses rogándole que la quisiera y tres de novios. Ahora él estaba obsesionado con ella, y sabía que si la veía, le hablaría de amor. Ana estaba cansada de las pláticas de amor, así que intentó salir de ahí lo más rápido posible, pero fue inútil.
- Hola, ¿cómo estás? – preguntó él con una sonrisa que lo hacía lucir muy guapo. En realidad es muy guapo, pensó Ana. Siempre iba vestido con una camisa bien planchada, pantalones de vestir, zapatos de gamusa y una corbata a juego, su cabello bien peinado y un olor a loción tan deliciosa que antes la hacía derretirse a metros de distancia.
- Hola, bien, voy de prisa, voy tarde a clase de inglés. – mintió Ana tratando de apurar el paso para no tener que entablar una conversación con él, muchas veces lograba confundirla y ella no tenía tiempo para eso.
- Te acompaño a tu salón.
Una vez en clase, Ana no podía dejar de pensar en la insistencia de Jorge. ¿Seguía ella también sintiendo algo? ¿Por qué a pesar de decirle que no muchas veces pensaba en el sí? ¿Qué tenía que hacer pensando en eso en lugar de prestar atención a su clase de inglés? De pronto, un mensaje la despertó de sus pensamientos.
Hola, buenos días. Espero que tengas un maravilloso inicio de semana : )
Antonio.
Ana golpeó su cabeza contra el escritorio. Ya basta, pensó.
- Hey, anímate, deja de andar de dramática. – la molestó Rafa, su compañero de lado.
Antonio, ¿por qué seguía escribiendo si ella le había dicho explícitamente la noche anterior que por favor dejara de escribir? Si, habían pasado un verano maravilloso y romántico, pero vivían en ciudades diferentes y él apenas se había divorciado. El mundo de Ana estaba lo suficientemente desordenado para meterse en más laberintos. Aunque era guapo y lo quería, sí. Era lindo, amable, buen hombre, y ella sentía ganas de besarlo cuando lo veía, pero no. Tengo que enfocarme en mis estudios. Me quedan tres semestres para terminar la carrera y entonces podré huir a Barcelona donde nadie me conozca, pensó Ana.
Ella sabía que había complicado bastante las cosas, no debió haber enamorado a ninguno de los dos. A nadie, nunca, aunque no sabía cómo es que lo había hecho.
De hecho estaba guardando en una caja sus deseos de casarse y enamorarse y tener hijos, y y pensaba guardarla en lo más profundo de aquél closet viejo que estaba lleno de cosas inservibles. Seguro era el lugar adecuado para todo eso.
Ana solía pasar mucho tiempo frente al espejo, casi siempre preguntándose qué es lo que ellos veían en ella. Siempre había creído que no era fea, sin embargo, no creía que tuviera algo tan especial como para enamorar de verdad a alguien y que se aferraran tanto a ella. Sin encontrar respuesta, regresó al desorden de su habitación. Cualquiera que entrara a ese lugar sabría que su mundo estaba completamente de cabeza, por eso trataba de mantener siempre alejadas a las personas de su casa.
Terminó de ponerse labial, dio un gran beso a Bruno, el perro que había adoptado meses atrás y corrió hacia la parada del autobús. Siempre escuchaba las mismas canciones de camino a la universidad, le parecía que ya eran parte de su rutina y ayudaban a empezar mejor su día.
Al llegar a la escuela se detuvo por la cafetería para comprar un jugo de naranja para no estar con el estómago vacío, de pronto se arrepintió de haber tomado esa decisión porque ahí estaba él. Jorge, su ex novio con el que había durado ocho meses rogándole que la quisiera y tres de novios. Ahora él estaba obsesionado con ella, y sabía que si la veía, le hablaría de amor. Ana estaba cansada de las pláticas de amor, así que intentó salir de ahí lo más rápido posible, pero fue inútil.
- Hola, ¿cómo estás? – preguntó él con una sonrisa que lo hacía lucir muy guapo. En realidad es muy guapo, pensó Ana. Siempre iba vestido con una camisa bien planchada, pantalones de vestir, zapatos de gamusa y una corbata a juego, su cabello bien peinado y un olor a loción tan deliciosa que antes la hacía derretirse a metros de distancia.
- Hola, bien, voy de prisa, voy tarde a clase de inglés. – mintió Ana tratando de apurar el paso para no tener que entablar una conversación con él, muchas veces lograba confundirla y ella no tenía tiempo para eso.
- Te acompaño a tu salón.
Una vez en clase, Ana no podía dejar de pensar en la insistencia de Jorge. ¿Seguía ella también sintiendo algo? ¿Por qué a pesar de decirle que no muchas veces pensaba en el sí? ¿Qué tenía que hacer pensando en eso en lugar de prestar atención a su clase de inglés? De pronto, un mensaje la despertó de sus pensamientos.
Hola, buenos días. Espero que tengas un maravilloso inicio de semana : )
Antonio.
Ana golpeó su cabeza contra el escritorio. Ya basta, pensó.
- Hey, anímate, deja de andar de dramática. – la molestó Rafa, su compañero de lado.
Antonio, ¿por qué seguía escribiendo si ella le había dicho explícitamente la noche anterior que por favor dejara de escribir? Si, habían pasado un verano maravilloso y romántico, pero vivían en ciudades diferentes y él apenas se había divorciado. El mundo de Ana estaba lo suficientemente desordenado para meterse en más laberintos. Aunque era guapo y lo quería, sí. Era lindo, amable, buen hombre, y ella sentía ganas de besarlo cuando lo veía, pero no. Tengo que enfocarme en mis estudios. Me quedan tres semestres para terminar la carrera y entonces podré huir a Barcelona donde nadie me conozca, pensó Ana.
Ella sabía que había complicado bastante las cosas, no debió haber enamorado a ninguno de los dos. A nadie, nunca, aunque no sabía cómo es que lo había hecho.
De hecho estaba guardando en una caja sus deseos de casarse y enamorarse y tener hijos, y y pensaba guardarla en lo más profundo de aquél closet viejo que estaba lleno de cosas inservibles. Seguro era el lugar adecuado para todo eso.
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