Da la vuelta a la hoja del periódico y lo deja. Mira fijamente a la ventana, através de ella de hecho. Observa con detenimiento, pero no logro saber qué. No sé si es la lluvia sobre el pavimento, si es aquella mujer grande de falda roja o el taxi estacionado. No lo sé y no me importa. En realidad lo que me gusta es contemplarlo a él, no estoy segura si van veinte o cuarenta minutos, lo que sí se es que van tres tazas de café con leche y mucha espuma. 

Me gustan los martes, siempre  me han gustado. Me parece que es cuando ya no estás tan cansado del fin de semana pero tienes ganas de seguir adelante con los días que vienen por delante. Hoy es martes y estás tú. Aunque es obvio que estarías aquí si también lo estuviste ayer, y un día antes de ayer. Y claro que mañana lo estarás. Lo supe desde que caminé del otro lado de esa ventana hace dos semanas y te vi leer el periódico tan cómodo como en casa. Y me sonreíste. Al igual que un día antes de ayer, que ayer y que hoy. 

Estoy pensando tanto en eso que no noto que ya no estás en el sillón de siempre, ese color marrón desteñido del respaldo. Hago un recorrido rápido de la habitación y no te encuentro. Pero no te has ido, tu pluma sigue en su lugar. 

Doy un brinco al sentir el peso de una mano sobre mi hombro. - ¿Está usted buscando algo? - preguntas. Volteo rápidamente y me encuentro con esos ojos oscuros, esa piel morena y esa barba recién afeitada. - No, estoy buscando inspiración, es todo. - contesto con fingida seguridad al mismo tiempo en que vuelvo la mirada a mi libreta. - Claro, inspiración. ¿Y se puede saber si la ha encontrado en algo... o alguien? - me pregunta con una sonrisa pícara que hasta se nota en su voz. - No, pero espero hacerlo pronto - cierro mi libreta. - Si necesita ayuda con eso o con cualquier otro asunto alguna vez, no dude en acercarse a mi oficina - señala el sillón desteñido y se ríe en voz baja. - Así lo haré, muchas gracias - y le devuelvo la sonrisa.

Lo veo alejarse y pienso en lo mucho que me gustan los martes y lo mucho que me gusta él. Y su sonrisa, su sillón y mi café. Comienzo a imaginarme.. "Hola, cuando me enamoro suelo escribir mejor... ¡Ayúdeme, por favor!" .. ¿o sería eso demiasado atrevido?