Jugar contigo
Eran sus manos, desprendían calor. Desprendían sus ganas de mí.
Estaba seguro que al tacto con mi piel, lograría derretir ese muro que
tanto me había tomado construir.
Quería seguir. Quería besar cada
parte de su cuerpo que aún no conocía. Moría por sentir su silueta con
mis manos, aprenderla de memoria.
Sus manos seguían tibias, yo
sólo podía imaginar el calor de su entrepierna y el sabor tan dulce que
seguro dejaría en mi lengua.
Sus ojos buscaban los míos. Mis
labios se alejaban de los suyos. Quizás si limitaba el acto a sentir con
las manos y no con el corazón, lograría salir invicto. El olor de su
cabello me hacía dudarlo todo. En este momento ya no tenía sentido haber
construído aquél muro.
Beso su vientre y entiendo que el amor no
se entrega sólo por la boca. Los besos en su piel tenían el mismo
efecto. Su mano se adentra en mi pantalón y acepto que he perdido el
juego.
Has roto las reglas en sólo media noche y decido que no quiero
jugar contigo. Nunca más.
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