El vestido rojo en tu galería

by - agosto 10, 2016


Aquí estoy con ese vestido rojo prometido y el cabello recogido. Tú estás orgulloso de mostrar tus obras, tanto así que tardas en darte cuenta de mi presencia en la misma habitación. Hace ya más de siete años que no compartíamos espacio. 

Te veo a lo lejos y no estoy segura de entender lo que estoy sintiendo. Dejé de quererte el día en que dejé de recordarte. El último suspiro te lo dediqué al escribirte esa última carta. Y desde entonces, no volví a saber de ti.

Con el paso de los años llegué a creer que el mundo era grande y que habías elegido esconderte lejos de mí, que no volveríamos a vernos por el resto de nuestra existencia. Pero estábamos aquí, juntos de nuevo. Tal como lo habíamos imaginado alguna vez. 

El vestido rojo, claramente fue intencional. El tiempo había pasado y seguro había cambiado mi rostro, quería hacer más sencillo reconocerme. Posiblemente también tú esperabas encontrar ese vestido entre la multitud, aunque si lo pienso, posiblmente no.

En siete años uno se llena de nuevos amores, cambia de sueños y comienza a borrar el pasado. 

Te observo hablar de tus piezas y entonces recuerdo las tardes en tu estudio mientras preguntabas si algún día llegarías lejos, si tu trabajo era bueno... Y yo, besando tu frente, repetía cada vez que serías el mejor del mundo. Hoy estás más cerca de serlo.

Camino por la galería y observo con detenimiento cada fotografía. Veo en todas ellas un pedazo de ti. O al menos del que solías ser. De cualquier manera, siempre he dicho que tu estilo es muy fácil de reconocer. Me pierdo en una que llama toda mi atención, la miro detenidamente pero alguien toca mi hombro. Volteo lentamente y lo veo. Con una sonrisa tan amplia que ilumina todo el lugar, sus ojos se alegran de verme. 

- Amor, la colección es muy linda, pero volvamos a casa, ¿quieres?

Una lágrima rueda por mi mejilla. Me acerco y beso sus labios suaves. Siete años me trajeron aprendizajes y al amor de mi vida, quien desde el momento que me conoció quería que fuera suya y de nadie más. 

Hoy he venido aquí con la esperanza de verte de nuevo. 
Decidí acompañarme de él, para asegurarme de  volver al sitio donde me siento amada, donde correspondo. Te miro por última vez, en esta ocasión dejas de hablar al público y tu mirada se centra en mí. Tu boca se abre un poco como queriendo decir algo, pero ni siquiera tú sabes si existen las palabras para describir este momento. Estás boquiabierto. La miro a ella tratando de entender qué te sucede. Toma de tu brazo y susurra algo a tu oído. Te miro por última vez, asiento con la cabeza como diciendo que cumplí con mi promesa y que tú has cumplido la tuya.
Tomo el abrigo que me ofrece el amor de mi vida, dejo en una mesa la tarjeta que contiene tu nombre y número de contacto y no vuelvo la vista atrás.

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