Algunas veces no entiendo a dónde voy, qué estoy haciendo o qué es lo que realmente quiero. Y mi almohada fría contra mi cara es lo único que parece tener sentido. Nada más, nada menos. Sólo mi almohada y yo. En medio de una habitación con mil y un pendientes por terminar, un millón de recuerdos por olvidar, y muchas sonrisas por fingir. Pero nada importa. Nada tiene sentido. No entiendo ni poquito. Mi almohada y yo somos una. Intentando escapar de todo, ó encontrar la respuesta en ella.
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