Llegó la hora de ser feliz.
Llegó la hora de ser feliz. Dejar que mis lágrimas tengan una nueva razón de ser, de quemar todo ese pasado que me atormenta. De cocinar galletas los domingos y de sonreír de nuevo a los extraños.
Caminar por la calle cantando a mis adentros, gritar de extremo a extremo sin preocupar a quien aturdo.
Caminar por la calle cantando a mis adentros, gritar de extremo a extremo sin preocupar a quien aturdo.
Llegó la hora de cambiar de sábanas y salir de mi cama. Usarla para lo que es, dormir, amar y soñar. Acomodar mi horario de los Martes, para no perderme mi programa favorito. Ruborizarme al notar que un hombre me mira, y hacer caprichos si no se me consciente.
Llegó la hora de ser feliz, de olvidar hacer tareas porque estoy pintando, bailando ó riendo, no porque estuve llorando o durmiendo.
De recuperar viejos amigos, y de hacer algunos nuevos.
Llegó la hora de bailar, de volver a hacer lo que me gusta, y hacerlo sólo por mi. De escribir lo que pienso, y no pensar en quien lo lee. De pedirme perdón, y reencontrarme conmigo misma. De quitarle dueño a todas mis canciones, y comer chocolate de vez en cuando.
Llegó la hora de sonreír al espejo, de olvidar mis defectos ó las calorías de una ensalada. De quererme, de aceptarme, de saciar mis ganas de saltar en charcos. De borrar fotografías y tomar muchas nuevas. De tomarme aquella cerveza, y de hacerme aquél último tatuaje.
Llegó la hora de volver a soñar, de plantearme nuevas metas, y aprender ese idioma que tantas veces no quise estudiar. Llegó la hora de sentirme plena, de sentirme viva. Llegó la hora de ser feliz.
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