
Y resulta que nunca llegó. Que de repente todo fue mejorando, y en un abrir de ojos, todo había pasado. Ese huracán que parecía interminable, dejó una calma tremenda dentro de tu ser. Y estás inseguro. Sabes que seguir adelante puede ser un paso en falso, así que lo tomas con cautela. Después de todo, pasar tantos meses creyendo que las cosas no podrían ir bien, ver todo tan positivo resulta difícil.
Pero no es así. Los días pasan y la inestabilidad se va convirtiendo en firmeza. Minuto a minuto te vas dando cuenta que comienzas a creer de nuevo en la vida, y en las oportunidades. Y ahora parece lejano cuando todo esto te parecía imposible. Llega el momento en que ni siquiera recuerdas haber perdido la fe. Y es ahí cuando te das cuenta que no se pierde. Que sólo baja la llama, como para cuidarse y no extinguirse. Y la volteas a ver y está más prendida que nunca. Entonces te das cuenta, que la vida sigue, y seguirá incluso después de ti.
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