Si me preguntas, no tengo las palabras para describir este sentimiento.

¿Alguna vez has sentido las mariposas de emoción en el estómago? Pues algo así, pero como en sentido contrario. Es como si las mariposas tuvieran hambre y me estuvieran comiendo por dentro. No, no se siente bien. Las lágrimas parecen carecer de algún sentido. Duele, pero es un dolor que una lágrima no puede describir. Intento cerrar los ojos, olvidarme de todo y soñar que todo está bien. Pero no lo está, y es ese recordatorio el que no me deja descansar. Es un fuego que arde dentro de mí, pero esta vez no es de pasión, es destructivo. Intengo apagarlo, y tampoco puedo. 

Escucho palabras de aliento, y no me parecen más que un sonido a lo lejos que intenta decirme algo que no puedo asimilar. Y es que es una lucha constante conmigo misma, sé que es lo correcto, pero se siente tan diferente ahora. He de mantenerme firme, porque lo he decidido, porque así lo quiero. Pero duele. ¿Alguna vez has sentido ganas de volver teniéndo el estómago vacío? Exactamente eso  es lo que siento ahora, con un poco de amargura incluído, y claro, miedo. Mucho miedo. Intento imaginar que no es esto lo que tu estás sintiendo. Porque no es bonito, porque no lo merece quien no pudo decidir. Y en parte creo que eso es lo que me mantiene alerta, la preocupación del dolor que puedas sentir. Porque, ¿alguna vez has sentido cuando te sacan el aire con un solo golpe? Pues algo así es esto, un golpe de esos rápidos en donde no puedes reaccionar, donde de repente ya no sientes, ya no puedes respirar. Y eso no lo deseo para ti. 

Porque si me preguntas, no tengo las palabras para describir este sentimiento, sólo espero que no lo sientas nunca.