Capítulo 3 y 4

by - julio 15, 2014



3

Octubre 2010.
El tiempo seguía pasando, el grupo de amigos era muy unido pero no dejaban entrar a nadie nuevo fácilmente. Eran ocho integrantes hasta que de pronto, aquel par, después de algunas semanas de miradas incómodas, bromas de mal gusto realizadas por Paulina e Israel, y algunos momentos divertidos, Alberto y Santiago, terminaron por incluirse, haciendo así un grupo de diez. Y desde aquel momento formaron parte esencial de este.
Solían estar juntos todo el tiempo, en las tardes caminaban sin rumbo por las calles de Victoria, pasaban horas jugando en un billar en el centro que se convertiría uno de sus lugares favoritos porque guardaría en sus paredes y sillones los mejores de sus recuerdos. También gozaban de pasar las noches frías en el puerto refugiados de la lluvia bajo un árbol o un pequeño techo de concreto, el cual no les servía de nada ya que terminaban mojados y temblando del frío, pero ahí podían pasar horas cantando y conversando de historias sin sentido. A esos jóvenes les gustaba soñar, ¡Cómo les gustaba soñar!

Los días seguían pasando y las hojas ahora rojas comenzaron a caer al mismo tiempo que la amistad de esos diez se fortalecía cada vez más… 



4
Noviembre 2010.
Paulina estaba sentada en la mesa analizando su plato de cereal, y mientras contemplaba las ondas que provocaba mover la cuchara, no pudo evitar extrañar los desayunos hechos en su casa, el sazón de su mamá.
-Sólo dos meses más- pensó.
Después de dar los buenos días y lavarse los dientes, arregló su mochila, se puso su gabardina y contempló su reflejo en el espejo que estaba a la entrada de la puerta. Su cabello tan despeinado como siempre le sacó una sonrisa.
-Vas a tener un buen día- se dijo.
Estaba emocionada porque se aproximaba el cumpleaños de Diana y Fernanda. Habían decidido hacer una cena en un buen restaurante el siguiente fin de semana y todas estaban felices por comprar vestidos nuevos para poder lucirlos ese día. Los hombres no estaban muy convencidos de tener que usar camisa y pantalón de vestir, la idea de sacar un pantalón de vestir de una maleta, no significaba que salieran planchados y listos para usarse. 

- ¿Quieres acompañarme al mall? Aún no tengo mi vestido.- preguntó Estefanía. Ella era guapa de una manera especial, tenía ojos verdes que contrastaban con su piel morena y un cabello lacio negro y largo, sin duda la acompañante favorita de Paulina cuando iba de compras.
- Claro que si, después del gimnasio vamos para allá, yo también quiero comprar el mío.- contestó Paulina emocionada.  - ¿Ustedes ya saben que se van a poner?
- Ya, no somos tan complicados como ustedes- contestó Daniel. 

- Tienes razón Daniel, pero yo las acompaño, no tengo nada que hacer y no quiero regresar a mi casa temprano- contestó Israel.
 
El día de la cena llegó. Paulina estaba de buen humor por que le gustaba como se veía, había comprado un vestido negro corto con unos botones dorados que la hacían lucir elegante, y un día antes había ido con Fernanda a comprar unas zapatillas que le iban perfecto. Se despidió de la gente en su casa y tomó el autobús. Llegó más puntual que todos, lo cual no era una novedad.
Minutos después, llegaron todos, fue un buen momento, todos lucían guapos y las mujeres lucían hermosas, no era muy común usar vestidos y zapatillas en un lugar donde no tenían la edad suficiente para entrar a bares, así que verse arregladas las emocionaba mucho.
La cena fue muy agradable y el lugar le dio un toque formal perfecto, tal como le gustaba a Paulina. Estar en compañía de esas personas la hacía sentir como si estuviera en familia, sentía que ese era el lugar donde debía estar, definitivamente ahí pertenecía.
Al terminar la cena, decidieron ir al puerto, Paulina se dio cuenta que los diez eran como una familia, nadie te juzgaba por tu pasado, a ninguno le interesaba saber quién eras antes de llegar ahí, no importaba tu clase social, tu lugar de procedencia, tus amistades pasadas, tus relaciones anteriores, lo único que realmente importaba era quién eras en ese momento. Sabía que después de esa amistad, sería difícil encontrar una parecida.




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