Capítulo 3 y 4
3
Octubre 2010.
El tiempo seguía pasando, el grupo de amigos era muy
unido pero no dejaban entrar a nadie nuevo fácilmente. Eran ocho integrantes
hasta que de pronto, aquel par, después de algunas semanas de miradas
incómodas, bromas de mal gusto realizadas por Paulina e Israel, y algunos
momentos divertidos, Alberto y Santiago, terminaron por incluirse, haciendo así
un grupo de diez. Y desde aquel momento formaron parte esencial de este.
Solían estar juntos todo el tiempo, en las tardes
caminaban sin rumbo por las calles de Victoria, pasaban horas jugando en un
billar en el centro que se convertiría uno de sus lugares favoritos porque
guardaría en sus paredes y sillones los mejores de sus recuerdos. También
gozaban de pasar las noches frías en el puerto refugiados de la lluvia bajo un
árbol o un pequeño techo de concreto, el cual no les servía de nada ya que terminaban mojados y
temblando del frío, pero ahí podían pasar horas cantando y conversando
de historias sin sentido. A esos jóvenes les gustaba soñar, ¡Cómo les gustaba
soñar!
Los días seguían pasando y las hojas ahora rojas
comenzaron a caer al mismo tiempo que la amistad de esos diez se fortalecía
cada vez más…
4
Noviembre 2010.
Paulina estaba sentada en la mesa analizando su plato de
cereal, y mientras contemplaba las ondas que provocaba mover la cuchara, no
pudo evitar extrañar los desayunos hechos en su casa, el sazón de su mamá.
-Sólo dos meses más-
pensó.
Después de dar los buenos días y lavarse los dientes,
arregló su mochila, se puso su gabardina y contempló su reflejo en el espejo
que estaba a la entrada de la puerta. Su cabello tan despeinado como siempre le
sacó una sonrisa.
-Vas a tener un
buen día- se dijo.
Estaba emocionada porque se aproximaba el cumpleaños de
Diana y Fernanda. Habían decidido hacer una cena en un buen restaurante el
siguiente fin de semana y todas estaban felices por comprar vestidos nuevos
para poder lucirlos ese día. Los hombres no estaban muy convencidos de tener
que usar camisa y pantalón de vestir, la idea de sacar un pantalón de vestir de
una maleta, no significaba que salieran planchados y listos para usarse.
- ¿Quieres acompañarme al mall? Aún no tengo mi vestido.- preguntó Estefanía. Ella era guapa
de una manera especial, tenía ojos verdes que contrastaban con su piel morena y
un cabello lacio negro y largo, sin duda la acompañante favorita de Paulina
cuando iba de compras.
- Claro que si, después del gimnasio vamos para allá, yo
también quiero comprar el mío.- contestó Paulina emocionada. - ¿Ustedes ya saben que se van a poner?
- Ya, no somos tan complicados como ustedes- contestó
Daniel.
- Tienes razón Daniel, pero yo las acompaño, no tengo
nada que hacer y no quiero regresar a mi casa temprano- contestó Israel.
El día de la cena llegó. Paulina estaba de buen humor por
que le gustaba como se veía, había comprado un vestido negro corto con unos
botones dorados que la hacían lucir elegante, y un día antes había ido con
Fernanda a comprar unas zapatillas que le iban perfecto. Se despidió de la
gente en su casa y tomó el autobús. Llegó más puntual que todos, lo cual no era
una novedad.
Minutos después, llegaron todos, fue un buen momento,
todos lucían guapos y las mujeres lucían hermosas, no era muy común usar
vestidos y zapatillas en un lugar donde no tenían la edad suficiente para
entrar a bares, así que verse arregladas las emocionaba mucho.
La cena fue muy agradable y el lugar le dio un toque formal
perfecto, tal como le gustaba a Paulina. Estar en compañía de esas personas la
hacía sentir como si estuviera en familia, sentía que ese era el lugar donde
debía estar, definitivamente ahí pertenecía.
Al terminar la cena, decidieron ir al puerto, Paulina se
dio cuenta que los diez eran como una familia, nadie te juzgaba por tu pasado,
a ninguno le interesaba saber quién eras antes de llegar ahí, no importaba tu
clase social, tu lugar de procedencia, tus amistades pasadas, tus relaciones
anteriores, lo único que realmente importaba era quién eras en ese momento.
Sabía que después de esa amistad, sería difícil encontrar una parecida.
0 comentarios