La realidad a los 23.

by - octubre 19, 2015

El día de ayer tuve algo así como una crisis existencial nerviosa, por llamarlo de algún modo. Para resumirlo, lloré un poquito porque me sentí perdida. Me puse a pensar en todas las responsabilidades que me esperan una vez que termine la universidad. Y es que en mi mente es así: Siento que al momento en que tome mis papeles con el birrete en la cabeza, ya estoy del otro lado. Me convertí en adulta. Pero la verdad es que me he ido haciendo adulta poco a poquito y es algo que lleva su tiempo, no es de la noche a la mañana, como lo imagino yo. Sin embargo, a veces dejo que estos pensamientos se apoderen de mí y entro en pánico.
Y es que supongo que es normal. Tengo 23 años y siento que puedo comerme el mundo entero pero al mismo tiempo no sé por qué pedazo empezar.
Durante muchos años he recibido muchos cumplidos diferentes, como que soy muy “responsable” “trabajadora” “que lucho por lo que quiero”… y si, a veces lo soy. La mayor parte del tiempo, de hecho. Sin embargo, creo que el creerme esos cumplidos me hace sentir un poco presionada, como si tuviera que cumplir con ciertas expectativas todo el tiempo. Y entonces me preocupo.
Hoy desperté y entendí que no, que las únicas expectativas que debo cumplir son las mías. Que no importa lo que la gente crea de mí, si no lo que yo sepa sobre mí.  
Me siento perdida cuando no sé qué decisión tomar. Si voy a aceptar ese trabajo o no, si debo quedarme en una ciudad o irme a otra, si termino una relación o sigo en ella, existen tantas opciones que siento que me ahogo. Siento que son decisiones que tienen un peso súper grande en mi vida, siento que si tomo una decisión no podré volver a cambiar de opinión.
Pero no, después recuerdo que la vida es para vivirse, que puedo decidir algo y después arrepentirme, que se vale, que está bien cambiar de opinión o fallar. Que nada es para siempre.
Y cuento todo esto porque posiblemente exista alguien más que esté pasando por lo mismo, no creo ser la única a la que se le va el sueño en las noches pensando en el futuro, en el trabajo, en las responsabilidades o en las relaciones a futuro. Y que como yo, despierte pensando que las cosas se pueden arreglar, se sienta capaz y poderoso.
Porque así me pasó:

Hoy amanecí feliz. Hoy todo se ve mejor. Hoy creo que las posibilidades son infinitas. Hoy estoy segura de que voy a cometer un millón de errores. Hoy sé que de fallar voy a aprender. Hoy entendí que tengo que vivir más y preocuparme menos.


Entonces escribí esto para mí y para ti. Para todos los que estamos preocupados y pasamos las horas pensando en qué hacer o que incluso se nos salen algunas lágrimas por el estrés. Este es un recordatorio de que todo va a estar bien, de que no importa qué decisión tomemos, siempre podemos volver a cambiar de idea, que podremos caer cien veces con la condición de volver a levantarnos. Y que al final sólo se trata de vivir.


You May Also Like

1 comentarios