Cada historia de amor es diferente. Hay algunas que duran minutos y otras que nunca terminan. Pero eso no hace menos real a ninguna. Y lo más interesante de todo esto es lo que se llega a aprender de cada una. 

Hoy puedo decir que de cada relación he aprendido bastante y que queda un pedazo de cada una dentro de mí, haciéndome la persona que soy hoy.

He pasado por relaciones a distancia, amores prohibidos (y sí, murmuraban por la calle), .amores no correspondidos, fugaces, imposibles, intensos e incluso algunas relaciones poco saludables...

Aprendí que el dicho de "todos los hombres son iguales" es mentira. Si, todos quisieran ser iguales, todos lo intentan, pero no, no lo son. 

He aprendido que el amor llega cuando y donde tiene que llegar. Así, tan cliché y sin rodeos.

Que cuando se quiere ir, se va. Nada lo detiene. Que una relación siempre será de dos. Nadie puede ni debe meterse en ella o las cosas simplemente no funcionarán.

He aprendido que muchas veces los kilómetros pueden confundir el amor. Que en un beso robado puede haber más amor que en un montón de tardes juntos.

He aprendido que el miedo al compromiso no es más que ausencia de amor. Que si alguien te quiere te buscará. Punto. Sin excusas. Que hay amores que deben durar poco para hacerse infinitos. Que cuando hay amor, lo demás sobra.

He aprendido que algunas personas llegan únicamente a prepararnos para la siguiente. Que el amor no se pide, no se ruega. Es la manera más rápida de hacer que se escape.

He aprendido que hay amores chiquitos, amores enormes, amores que marcan, amores que no llegan a ser.

He aprendido que el amor nunca se va. Siempre está. Es suficiente.