adjetivo

1. Que dura poco tiempo o es pasajero.

2. [texto] Que no se escribe con el deseo de perdurar sino para un objetivo concreto.

Leo una y otra vez el significado. Con cada repetición me convenzo más de que es la palabra adecuada para nombrar nuestra historia. Soy escritora y vivo enamorada de las palabras, me gusta jugar con ellas y siempre encontrar una que describa las situaciones o los sentimientos. No concibo sentir algo sin nombrarlo. Si no puedo escribirlo, no existe. Es por eso que cuando te fuiste y me quedé tantos días sin escribir, me sentía perdida. No sabía si era el miedo que me provocaba escribir en tinta y papel que tu ausencia me dolía. Era una forma simbólica de hacerlo real. Más real que las noches de inosmnio, lágrimas y las canciones que había obligado a mis vecinos a aprenderse. Estoy casi segura que había llegado a contagiarles mi tristeza. (Espero que no)

Cuando te vi por primera vez, supe que muchas cosas estaban por suceder. Estaba lista para la aventura. Siempre estuve consciente que al final terminaría... más o menos así. No imaginaba tanta soledad o chocolate de por medio, nunca he sido fanática. Pero sí, imaginaba que un corazón roto era el precio que tendría que pagar por los momentos tan increíbles que estaba a punto de vivir. Y lo asumí. Decidí apostar todo lo que tenía y cambiarlo por una historia efímera, que en efecto, tenía un objetivo concreto: amarte hasta que no pudiera más. Claro que nunca imaginé que me amarías de regreso, que tus ojos me enseñarían tantas cosas (que no creí posible que un órgano detector de luz podría enseñarme). Como lo dice el diccionario, duramos poco tiempo, fuimos pasajeros. Pero he de admitir que ha sido la eternidad más corta que he vivido, porque a pesar de haber sido una historia de pocas páginas, al mismo tiempo dejó memorias en mí, que se sienten infinitas. Y qué peligroso se siente imaginar que no se irán nunca de aquí. Vuelvo a leer el significado.. "que no se escribe con el deseo de perdurar". Si, claro que sabía que esto pasaría, que el final se veía claro desde antes de comenzar, pero he de admitir que como buena escritora, mantenía mis esperanzas puestas en que podría reescribir la historia y probablemente, lograr que nunca te fueras de aquí. Pero no. Ni siquiera mis letras y mi experiencia en edición, te mantuvieron a mi lado. No sé si fallé como escritora o como amante. Aún intento resolver esa ecuación. Nunca he sido buena en matemáticas, así que prefiero creer que el único problema fuiste tú. Fuimos los dos. Lo que jugábamos a ser.

Han pasado tantos días que tengo miedo de olvidar tu rostro. Algunos dicen que está bien, que si olvido tu sonrisa y esos gestos que me hacías cuando estabas enojado, ya estoy del otro lado, habré logrado olvidarte por completo. No sé si lo dicen por hacerme sentir bien, no creo que no estén enterados de que los sentimientos duelen más que una imagen fija en mi cabeza. Porque claro, podré olvidar tu cara, pero nunca cómo me hiciste sentir el día que me sorprendiste con el desayuno en cama la primera vez o como bailaste conmigo mientras esperábamos el metro, así, frente a la envidia de todos. Esas cosas no se borran. Son recuerdos indelebles. Siento que los tengo escritos en mi piel con un plumón permanente... S, nuestro amor fue efímero, pero sigo pensando en ti y tengo preocupación de que vivir en mi corazón sea para largo...