Lo bonito de lo incontrolable.
Estos días han sido especialmente difíciles. No sé si la palabra "difícil" sea la correcta para definirlos, sólo sé que quiero hablar de esto porque me parece que cuando pasa algo así de grande en tu vida, no puedes simplemente ignorarlo.
Es un poco difícil poner orden en mi mente, entre mis ideas y todo lo que
quisiera escribir en este momento. Es tanto que no sé por dónde empezar.
Creo que más que hablar sobre esto, lo que quiero es recordarme a mí misma lo bonito de lo incontrolable...
Hace un año, me encontraba cerrando un ciclo (muy grande e importante). Terminé una relación de cuatro años llena de altibajos. Al momento de cerrar este círculo, sentí que había logrado lo imposible. Ya saben, pasé unas 10 veces (mínimo) por el proceso de "esta vez ya es la última" y siempre volvía, pero en octubre del año pasado me fui y no regresé. ¡Y qué bueno que lo hice!
No he olvidado a esa persona, de vez en cuando le extraño o le pienso, me encantaría saber qué es de su vida, pero ya no sufro por él. Lo dejé ir y estoy en paz.
Sin embargo, lo recuerdo porque hoy, justamente un año después, (¿coincidencia?) estoy cerrando otro ciclo. O muchos. O uno muy grande que engloba varios. Aún no lo sé, sigo descubriendo eso.
Si alguien me hubiera dicho hace un año que mi vida iba a
ser como lo es en este momento, me hubiera reído y no hubiera creído ni
una sola palabra. Primero que nada, porque durante estos 365 días sonreí, me enamoré de la vida (y muy fuerte), quise a otra persona, entregué todo lo que tuve hasta quedarme sin nada, viví momentos increíbles y sobretodo, cambié. Y cambié mucho.
Creo que de lo que realmente quiero hablar es de la vida y sus maneras de burlarse de nuestros planes, de como es que todo cambia y seguirá cambiando, como nosotros.
Uno nunca se imagina que la vida puede variar de un día para otro, estamos tan acostumbrados a vivir en una rutina que pensar en cualquier pequeño cambio puede voltearnos el mundo de cabeza.
Siempre creí que cuando tuviera 24, tendría un trabajo increíble, mi guardarropa sería perfecto, tendría un amor de película y estaría viviendo en un departamento hermoso. (si, de ensueño). Sin embargo, tengo 24, estoy por regresar a casa, no tengo un trabajo increíble, perfecto es la palabra más alejada de la realidad para describir mi guardarropa y tengo roto el corazón.
Y a pesar de todo y de no sentirlo en este momento, creo que todo está bien. Las cosas no siempre salen como uno espera, la vida va mucho más allá de los planes que podamos crear en nuestra mente. Y esto lo reafirmo cada día.
Hoy, ninguno de mis amigos está donde planeaba estar en este momento. Cada uno ha tomado caminos diferentes, todos están buscando la felicidad en otro lugar. Y al final creo que de eso se trata la vida, de ser felices a pesar de que las cosas cambien tanto cada segundo. He descubierto que algunas veces, la salida a una crisis puede ser un boleto sencillo de avión.
Cuando llegan momentos así, creo que lo importante es agarrarse fuerte y no soltarse. Respirar (aunque sea difícil) y dejar que pase la tormenta. Volver a estar de pie y entonces darnos cuenta que cambiamos junto con la vida. Somos más fuertes, más grandes, más guerreros.
Pienso que parte importante de crecer es darse cuenta de esto, de que vivir está lleno de cambios y sabores agridulces, que nada es para siempre (ni lo bueno, ni lo malo), que hacer planes está bien, pero el universo y sus deseos son otra cosa completamente diferente.
Si hace un año pude cerrar un ciclo de los "imposibles", creo que estoy lista para aferrarme. Sé que la tormenta puede durar y que en ocasiones tendré ganas de soltarme, pero una vez que lo logre, me habré dado cuenta que soy más fuerte, más grande, más guerrera.
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