Ella, mi madre.

by - mayo 10, 2017


Pensar en escribirte un texto que pueda reflejar lo que siento, me pone nerviosa.

Es cierto lo que dicen, algunas veces las palabras pueden no ser suficientes. Y es que yo nunca lo creí posible, pero cuando necesitas hablar de tu madre, las palabras faltan, sin importar la posibilidad infinita que te brindan las letras para acomodarse.

Es extraño pensar que vengo de ti. Que durante nueve meses estuve en tu cuerpo, crecí dentro de ti, que cada parte de mí, se formó en ti.



Quisiera poder escribir el poema más lindo del mundo, la carta más bonita, pero nada parece ser suficiente, así que aquí te dejo un intento de lo que tengo por decir.

Esto es para la persona que sacrificó su cuerpo por mí, que me soñó y amó infinitamente, incluso antes de conocerme. Esto es para quien perdió horas de sueño para evitar mis lágrimas. Para la persona que se inventó mil historias para contarme antes de dormir. Esto es para el ser humano más amoroso y tierno del mundo. 

Ella es mi madre, la persona que ha desafiado a la naturaleza con tal de verme feliz, quien cocinó los platillos más deliciosos que mi paladar ha probado, quien pinchó sus dedos mil y un veces por coser ese disfraz que tanto quería. 

Ella es quien se aprendió el nombre de cada uno de mis amigos, de sus padres, sus novios y sus historias personales. Ella es quien me acompañó a comprar ropa y recorrer un millón de tiendas, a pesar de estar cansada. 

Ella, la que siempre quiere verme linda, la que deja sus intereses de lado por satisfacer los míos. Quien me ha enseñado que cuando sea madre, debo entregarlo todo. 

Es quien ha derramado lágrimas cada vez que he tenido que partir, pero quien llora de alegría cuando estoy por volver. 

Mi madre, la que se mantiene despierta hasta las dos de la mañana para esperar que llegue bien a casa. Quien ha escuchado mis historias de amor, la que me regaña cuando me enamoro de un cabrón, pero la primera en abrazarme sin excusas cuando me rompen el corazón. 

Ella es quien me ha enseñado lo que sé sobre ser mujer, sobre ser independiente, trabajadora. De ella aprendí a ser autosuficiente y no pensar que necesito de un hombre para que pague por mis lujos.

A mis pocos años de vida, recuerdo jugar en los jardines de su universidad. Porque sí, de ella aprendí que tenía que hacer lo que quiero y luchar. Porque ella fue madre de dos, estudiante, esposa, hija y mujer, todo al mismo tiempo.

Porque siempre que no encuentro la solución a algo, mi primer instinto es llamarla. Al escuchar su voz, inmediatamente me reconforto porque sé que sin importar como, la solución está del otro lado del teléfono. 

Estas letras son para ella, la que lastimó sus manos un número incontable de veces, al peinarme para la escuela. Pero que quería verme linda, siempre arreglada, siempre antes yo. 

Ella, quien estuvo presente en cada junta escolar, en cada presentación, siempre apoyándome, siempre confiando en mí. 

Mi madre, con quien he compartido risas, canciones y tonterías. La que no me juzga cuando voy cantando a su lado en el carro, quien ha tenido que aprenderse la letra de mis canciones favoritas porque se lo pido... 

Para la persona que me ha hecho creer en mí, creyendo en ella. Quien me apoya incondicionalmente en mis proyectos, en mis sueños. La madre que por más que su corazón duele, siempre alienta a sus hijas a volar alto, a ir más lejos, aunque eso implique separarse de ellas. 

Posiblemente las palabras no son suficientes, pero hoy tengo cuatro que lo dicen todo:

Gracias. Te Amo, Mami. 

 

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