Lo que callamos los creativos.

by - noviembre 07, 2017




Los creativos no podemos callar nuestro cerebro.
Vivimos pensando en qué será lo próximo por intentar, en cómo haríamos algo de manera distinta
o dándole vueltas a las cosas para lograr entender algo que ni siquiera tiene explicación.
Consumimos lo que sea necesario para inspirarnos: alcohol, drogas, música, arte, letras, personas.


Los creativos no podemos apagarnos y eso a veces duele.
Duele porque no disfrutamos de una película sin pensar en los detalles,
porque la canción tiene historia detrás y queremos saberla,
porque si la tipografía de ese letrero fuera más grande se leería mejor
o si me dices que me quieres, necesitaré saber por qué.

Los verdaderos creativos intentamos ver películas vacías en Netflix,
escuchar reggaetón o tomar cuatro cervezas para evitar pensar de más.
disfrutamos de la paz que nos regala lo convencional, porque calla el ruido de nuestra cabeza.

Más de una vez han dicho que sentimos demasiado, que somos muy intensos, que pensamos raro o que somos muy dramáticos. Pero si mi vida fuera igual de plana que la tuya, ¿cómo podría crear algo que te saque de tu realidad?

Somos tercos, queremos hacer las cosas como las imaginamos porque ya sabemos cómo se verá el resultado y nos gusta así.
Tenemos conversaciones al mismo tiempo que creamos líneas perfectas que desearíamos vinieran en su respuesta y nos frustramos cuando abandonan el guión imaginario.

Nos agrada ser creativos pero nos cansa la imposibilidad de parar las ganas de crear.
Nos gustaría que existieran más días en los que nos sintiéramos normales, poder dormir siestas sin rodar en la cama imaginando historias de aquél momento que ya fue pero que podría revivir escribiendo.

Los creativos ponemos en pausa la película, salimos corriendo de la regadera, sacamos el celular en el transporte público, porque tenemos una idea que no podemos dejar ir, nuestra siguiente obra nos llega en los momentos más inesperados e ignorarlo podría ser fatal. De verdad, fatal.


Los creativos nos juntamos con creativos porque nos entienden, porque podemos pasar horas leyendo el mismo poema y cada vez lo encontramos diferente. Porque todo se vuelve conflictivo cuando estamos juntos y está bien. Porque tenemos problemas para relacionarnos con no creativos, nos da rabia que se mantengan en lo cuadrado de su pensamiento, porque dicen que no somos normales y aciertan pero disgusta.

Observamos el mundo siguiendo la regla de tercios, descifrando el Pantone del atardecer, recordamos pequeños detalles de tu rostro pero no tu nombre y la canción que suena en el bar se convierte en el soundtrack de esa tarde convertida en recuerdo.

Un creativo ya imaginó 3 versiones diferentes de este texto... y es que un creativo nace, no se hace.

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