No saber de ti

by - marzo 10, 2018

Terminó el día y no supe de ti. 

La primera vez que sucedió, dolió el ego.
No te importaron nuestros planes, las horas de viaje y la emoción que fingías de verme.
Recuerdo que lloré. Revisaba mi teléfono cada tres minutos para corroborar que te habías olvidado de mí. ¿Cómo había pasado? Ayer sonabas feliz de compartir este día conmigo. Pero nada. Ningún mensaje o llamada, tu última conexión era de la madrugada de hoy.
Lágrimas de coraje y frustración. Había creído de nuevo en alguien y las cosas iban peor que la anterior.


La segunda vez no hubo coraje.
Nos conocíamos más.  Todo el día esperé noticias tuyas, sabiendo que no llegarían. Me dolió el estómago y el corazón. No importaba que esas maderas siguieran sin armarse como habías prometido hacerlo, me preocupabas tú. Me preocupaba yo por sentir un nudo en la garganta. Anhelaba que tuvieras ganas de saber de mí. No pasó.


La tercera te extrañé un rato y te dejé de pensar.
Desperté y supe que desaparecerías. Revisé el celular tres veces en el día esperando saber de ti. No más. Sentí ganas de verte, respiré y lo dejé ir. Busqué en Tinder alguien que quisiera estar, al menos por hoy. Lo descarté. No me preocupé, no lloré, no hubo ego herido de por medio.
Eras tú ausente por elección y yo sabía que mañana volvería a tener un rato de ti y tendría que acostumbrarme a no necesitar más, porque la historia estaba por repetirse.


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