Me enamoré de nuevo sin morir en el intento.

by - diciembre 20, 2018




Mis últimas relaciones se resumen en una palabra que ya hasta me suena a cliché: tóxicas.
Estuve con el típico hombre que dice que eres el amor de su vida pero, que no quiere un compromiso en este momento (y así te tiene por cuatro años), con el bato chavoruco que se siente súper cool por lo que te mantiene “como amigos”, con el que tiene un compromiso con otra mujer pero lo niega  y con un adicto que me brindó la peor experiencia de todas. En conclusión, estaba harta de lo que yo conocía y recibía como amor.

Después de un tiempo de no querer saber de nada ni de nadie, llegó un día en el que decidí “volver a salir”, por lo que por fin acepté una cita con ese hombre que conocí en Tinder (ya sé, ya sé) hace dos años y al que siempre le había dado el avión.

…La peor cita de mi vida, de verdad, un desastre de principio a fin, lo cual me dejó desesperanzada ante la idea de retomar mi vida amorosa. Aunque he de admitir, que aparte de pasarla muy mal, era más cómodo para mí decirle que no a todo y seguir sola, antes que volver a caer en una relación como las anteriores.

Fue una tarde de domingo, cuando mi amiga Karla, mientras escuchaba la triste historia de mi cita, decidió que ella arreglaría una más. Fue todo como de película, ella se encargó de hablar con él y conmigo para armar todo. Ninguno habló antes con el otro y fue casi imposible stalkearnos en facebook por nuestras configuraciones. Moría de nervios.

Lo interesante empieza aquí: la cita fue perfecta, hablamos sin parar por cuatro horas, reímos mucho y me parecía guapísimo. Era justo como imaginaba a mi hombre perfecto. Me pidió mi número y seguimos hablando todos los días, salimos de nuevo y las cosas cada día iban mejor.

Sin embargo, mi historial me dejó un poquito traumada y tenía miedo. Puede sonar un poco extraño, pero no estaba acostumbrada a que me trataran bien, para mí el amor era algo así como “una montaña rusa de emociones en la que todas las noches lloras hasta dormir, despiertas y te vuelven a hacer feliz con cariño pero siempre condicionado y a medias”.

Y entonces llegó esta persona a cambiarlo todo. Aún recuerdo que los primeros días le decía a Karla que no entendía por qué me sentía tan tranquila, tan en paz. Si me sentía así, seguro significaba que no estaba con la persona correcta. Por primera vez me estaban tratando con toda la delicadeza y amor del mundo y yo me sentía paralizada. No sabía si lo correcto era avanzar o salir corriendo. El principio fue súper lindo pero al mismo tiempo muy difícil para mí.

Cuando me decía palabras bonitas, yo asumia que estaba mintiendo. Pasaban los días y yo estaba esperando el momento en que me dijera que siguiéramos como amigos o que simplemente desapareciera. Pero no lo hacía. Un día le dije lo que pensaba, admití a pesar de mi orgullo, que tenía miedo de que hiciera lo mismo que todos. Que yo no fuera suficiente. Y más que nunca, él siguió ahí, al pie del cañón. A pesar de verme confundida y saberme temerosa.

Así que al verlo tan seguro, un día decidí dejarme querer. Porque sí, para mí lo difícil no era quererlo, era permitir que alguien lo hiciera conmigo y lo hiciera bien. Me di permiso de ser vulnerable de nuevo y abrirme a una nueva relación.

Hoy puedo decir que es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Nunca antes había sentido algo como lo que siento hoy. Seis meses de relación después, sé que sentirme tranquila y en paz, es una excelente señal. Que el amor se trata de sonreír, de trabajar en conjunto y de no irse a dormir enojados. Hoy sé que llorar todas las noches, no es amor. Que la manipulación, no es amor. Que el abuso, no es amor. Que las condiciones y sentir que no eres suficiente, o preguntarte qué te falta para serlo, no es amor.

Por lo que el mejor consejo que puedo dar hoy, si es que alguien me lo pidiera, es que no se conformen con menos de lo que sueñan, porque sí existe, solamente no ha llegado la persona correcta.

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