Acomodo mi almohada e intento dormir. Es la quinta vez que me despierto y hace apenas media hora que me acurruqué en la cama. 

Son tantos los pensamientos que se apoderan de mi mente. Es su sonrisa. Nunca fue mi amante, ni mi mejor amigo. Pero si pienso en él, lo imagino con una sonrisa en el rostro.  Y seguramente desde allá seguirá sonriendo siempre que lo recordemos. 

Descansa en Paz. CRC.

Y es en estos momentos cuando me detengo a pensar si estoy haciendo lo correcto. Si es que estoy viviendo como realmente me gustaría vivir. Si mi vida se detuviera en este instante, ¿quedaría conforme con lo que hice? ¿sonreí lo suficiente? 

Uno toma todo por sentado, nunca se despide de alguien sabiendo que será la última vez que lo verá, cuando en realidad no sabemos si seremos nosotros a los que nos deberían decir adiós.

Uno pasa los días mirándose al espejo, buscándose defectos, contando calorías y diciendo que no a lo que uno quisiera decir sí.

Uno se va enojado a la cama, con arrepentimiento, con un perdón atorado en la garganta, sin saber que podría quedarse ahí por siempre.

Uno repite una y otra vez la frase " no tengo tiempo " cuando se refiere a sus actividades favoritas, se hunde en la rutina y no aprovecha esta oportunidad de vivir al máximo.

Uno se guarda los "te quiero" en la bolsa, sin saber que podría ser el momento perfecto para decirlo, y del otro para escucharlo.

Uno no se arriesga, por el qué dirán. Sin saber que al final nadie dirá nada.

Uno no le dice al otro la importancia que tiene en su vida, y el cambio tan grande que hizo en él. Y muchas veces el último momento no es el adecuado para hacerlo.

Uno nunca espera que alguien le haga falta un día. Uno espera que esas personas tan especiales sean eternas o se vayan después que nosotros. Uno nunca piensa en que su vida se puede detener en un segundo. 

Hay que vivir, hay que hacer, hay que despreocuparse, hay que sonreír. Como él.