LA COLUMNA DE ANA: Hoy les quiero hablar de mí.

by - mayo 30, 2017




Últimamente mi vida ha dado un giro de casi 180 grados.
En esta columna, pienso ser tan sincera que van a terminar sintiendo que me conocen mejor que nadie. Y no es que no haya sido sincera antes, simplemente, decidí que quiero un espacio en el que pueda sentirlos más cerquita, que hablemos más en confianza y que por fin, podamos conocernos unos a otros aunque sea a través de lo que sentimos. Suena cool, ¿no?...



Les quiero contar, que desde octubre, comencé a pasar por una etapa de depresión y por más que intenté actuar normal en mis redes sociales, muchas veces no tenía ganas ni siquiera de agarrar el celular. ¿Nunca les ha pasado que por más que checan una y otra vez su celular... sienten que nada los llena? ¿que todo es aburrido y nada tiene sentido? o peor aún... ¿Cómo le hacen los demás para ser felices y hacer cosas divertidas? ¿De dónde sacan las fuerzas?...

Pues todas esas preguntas pasaban por mi cabeza. Intentaba subir fotos, intentaba salir, intentaba no perder mis amistades... y digo "intenté"... porque no siempre tuve éxito. Pero, ¿saben qué? durante este tiempo me di cuenta de quiénes en realidad están ahí para mí, de qué personas valen la pena y de lo fuerte que soy... y créanme, soy bastante fuerte...

Hoy que me siento mucho mejor, puedo decir sin miedo... que todo lo que pasé, fue por algo. Les voy a platicar:

Durante casi 6 años viví en Guadalajara... por lo que toda mi vida, o al menos todo a lo que estaba acostumbrada... estaba ahí. Mis amigos, mi rutina, mi casa (vivía completamente sola), mi intimidad, mis novios y ex novios, mis tiendas favoritas... tooooodo... pero llegó el momento en el que sentí que no podía más. No podía salir de mi cama, no podía dejar de llorar, no podía dejar de sentirme sola y de sentir un vacío asqueroso. No quería que nadie me hablara pero al mismo tiempo sentía que a nadie le importaba. Comencé a alejarme de la gente, a portarme insoportable y a sentir a todos así... De pronto sentí la necesidad de correr a mi casa, a donde no me sintiera sola. Sí, sabía que sería difícil volver a mis padres, sobretodo porque siempre tenemos opiniones diferentes y eso nos hace discutir... pero tenía que hacerlo... de pronto dejó de ser una opción. Así que en cuestión de DOS SEMANAS, vacié mi casa, vendí, regalé, envié y tiré todas mis pertenencias y volví a mi casa...

Volví al lugar que me vio crecer, es un lugar hermoso, casi un paraíso, pero era un lugar a donde según mis sueños y expectativas... no pensaba volver... y mucho menos bajo estas circunstancias. Sin embargo, aquí estaba. Deprimida, con 6 años de mi vida en cajas y en la habitación que estaba vacía porque yo prometí nunca regresar.

Los primeros meses fueron los más complicados. Comenzar un tratamiento, reacciones de mi cuerpo... como dormir, dormir, dormir... vomitar, dormir, dormir.... y el más feo: dejar de sentir. Para mí ese fue el efecto secundario más preocupante... dejé de disfrutar un baño después de un día largo, dejé de cantar mis canciones favoritas en el carro, nada me causaba emoción, es más, ni siquiera me dolía el corazón. Simplemente no sentía N A D A ...

Sin embargo, en todo momento conté con el apoyo de mi familia, de mis verdaderos amigos y de mis letras. Hacer que mi padre entendiera lo que me estaba pasando, fue todo un reto. Aún no sé si lo entiende, pero finge que sí y con eso es más que suficiente porque sé el esfuerzo tan grande que hace por entender lo que pasa dentro de mí. Nunca me dijeron nada por cancelar citas, por dormir 12 horas seguidas, por dejar de hablar o por tener náuseas cada 5 minutos cuando me subía al carro.

La vida, como siempre, siguió su ritmo... y cuando menos me di cuenta (después de dejar el medicamento), comencé a sentir el agua sobre mi cuerpo mientras me bañaba... estaba cantando una u otra palabra, de pronto me encontré riéndome a carcajadas en la sobremesa con mi familia.. de repente estaba volviendo a vivir.

Fue entonces cuando decidí que esta vez no iba a dejar que la vida se me fuera de las manos. No pensaba volver a tomar pastillas que me hicieran olvidar lo que hice durante el día, no quería pasar más tiempo dormida: yo quería crear, quería escribir, queria ayudar... quería reír.

Y es así como de pronto me encuentro aquí, escribiéndoles esta primera columna para hablar de cosas de la vida, porque sí, es difícil pasar por momentos así, pero aquí estoy para que hablemos de eso, para ayudarnos, escucharnos y para hacer algo que aunque sea pequeño, haga la diferencia.

Hoy me encuentro llena de proyectos, no tengo casi tiempo libre y definitivamente mis siestas de la tarde, son casi inexistentes. Pero soy feliz. Voy a la cama con una sonrisa y con el cuerpo cansado de haber vivido como quiero... ¿Y qué creen? Los éxitos están llegando junto con el esfuerzo... con el esfuerzo que conlleva decidir estar viva, ser feliz y trabajar en lo que me gusta.

Espero que no haya sido muy larga y que les guste esta primera columna en la que decidí abrirme yo primero para que ustedes tengan confianza y se animen a escribirme también...

Un abrazote.


- Ana García.


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